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sábado, 1 de febrero de 2014

Diario de Costa Rica: Natasha

Veamos dónde lo dejé...

Deshidratado, mareado, hecho una piltrafa. Pero cuando tocas fondo... ¡sólo puedes ir hacia arriba!

Hoy fue un buen día. Me desperté a las 4.30, como habitualmente hago, con ganas de ir al baño, como últimamente también me pasa. Por el camino había una cucaracha de espaldas, pataleando y moviendo sus antenas. No podía ni quería matarla, ni podía soltarla tampoco, así que decidí soplarla para que se diese la vuelta y continuara con su vida, pero sólo segundos antes de abandonar la habitación.

El plan del día era llegar a Santa Teresa, 2 horas y media de carretera, hora y media de ferry y otras 2 horas de carretera después. Finalmente reservé un shuttle bus, que viene a ser una furgoneta de unas 8-10 plazas que te viene a recoger al hotel y te deja en la puerta del hotel. Una especie de limusina para ricos. El transporte público me habría costado 15$; por el shuttle, he pagado 50$, pero por evitarme moverme por San José, tratar con un taxista y la comodidad del viaje sin duda ha merecido la pena. Las experiencias, para cuando tenga mejor el estómago.

Y ¡ha habido experiencias!

Curiosamente, en el shuttle éramos sólo dos personas: yo fui el primero en montarme, tras charlar un rato y despedirme de Paz, la recepcionista del hotel con cucarachas, una chica encantadora (era española, no costarricense, ¡ya decía yo que era demasiado atractiva para ser costarricense!); posteriormente fuimos al aeropuerto international de San José, en Alajuela (a unos 15km de mi hotel) y recogimos a Natasha.

A todo esto, el conductor del shuttle. El tipo conducía como si le estuvieran cronometrando, tras dar dos vueltas en el aeropuerto y abrir la puerta de la furgoneta sin mirar y casi estamparla contra un coche que venía por detrás, ¡comienza a quejarse y a decir que la gente va acelerada! Le doy la razón mientras por dentro surge una sonrisa irónica.

Como digo, recogemos a Natasha, una chica muy atractiva, londinense, y que va a visitar a su hermana, quien se aloja en el mismo pueblo a donde me dirijo yo, Santa Teresa. Al hotel Funky monkey o algo así.

Al principio no hablamos mucho, más allá de intercambiar un par de preguntas de cortesía, y se pone a dormir aprovechando la amplitud de espacio; pero resulta que el shuttle nos deja a las 4.20pm en las cercanías del ferry, y éste no sale hasta las 5pm; y, posteriormente, ambos vamos a coger otro shuttle que nos recogerá en la misma salida del ferry, en torno a las 6.20pm. Aasí que parece que vamos a compartir un buen rato. Me asusto un poco mientras nos sentamos en una soda y pedimos sendas Coca-Colas. Empezamos a hablar.

¡Inciso! Como muestra de lo barato que es el transporte público en Costa Rica, nos costó más la Coca-Cola (2$) que el ferry de una hora larga de Puntarenas a Paquera (1.6$). Más sobre el ferry más tarde.

Empezamos a hablar y ¡la conversación fluye sola! La chica resulta ser bastante interesante. Viene de Londres, haciendo escala en Nueva York y Atlanta, una de las cuales de 7 horas, que se pasa durmiendo en el aeropuerto. The girl has balls! Trabaja como desarrolladora de ideas para la NBC, y se ha tomado una semana de vacaciones. Terminamos hablando de la playa, lógico ya que es adonde ambos nos dirigimos, y le cuento que me aterran los animales de mar como los tiburones, calamares, mantas, etc.; y que he oído que en Santa Teresa hay tiburones, que con mi colchoneta tengo más valor y me adentro más en el mar, pero que a veces, cuando estoy a 50 metros de la orilla, me entra el pánico... -y para qué mentir dos veces... no le he dicho 50, sino 100 metros, y en realidad ambas son mentira; algunas veces a 20 metros de la orilla me cago por la pata baja-, y tengo que salir a toda velocidad del agua, como un pato chapoteando a toda velocidad. Le pregunto que cuál es su mayor miedo, y me dice que los cangrejos: que de pequeña vio a una mujer acorralada por un cangrejo, y que aquello la traumó de por vida, que no puede ni ver un cangrejo, y que un día sus amigos le dieron un susto y no habían considerado lo profundo de su miedo, que vomitó y todo. Le digo que su miedo es más ridículo que el mío y se ríe.

Así seguimos un rato más, surge el tema de la seguridad, que tanto me ha tocado los huevos en los últimos dos días, y me cuenta que ha estado en un montón de países de Latinoamérica. Me dice que Honduras es peligrosísimo, pero que tiene unas islas preciosas. Ambos hemos estado en Tailandia; ella en Ko Pha Ngan, y añade que no le pareció seguro. Para demostrarle lo equivocada que está sobre mi querida Tailandia, le cuento mi ya manida -pero no por ello menos buena- historia del bolso del mercadillo en Phon Phisai, que alguien se dejó en la calle una mañana de mercado martes y que allí estuvo 3 semanas, sin nadie tocarlo hasta que me fui del pueblo.

Seguimos hablando. Le pregunto por su trabajo, qué proyectos hace, ella me pregunta por el poker, pasamos bien el rato, hay mucha fluidez y alegría en la conversación. Ya en el ferry, se corta un poco el rollo con la música a todo volumen. De acuerdo, son el país más feliz del mundo, así que no me parece legítimo cuestionar su metodología, pero ver un ejército de costarricenses tomar Imperiales (la cerveza de aquí) y cantar en un karaoke no me parece el mejor plan del mundo. Además, me jode mi plan mojabragas de tocar Wonderwall.

Puesta de sol en el ferry Puntarenas - Paquera

Ella saca un libro y se pone a leer. Le pregunto por su libro favorito (siempre ávido de recomendaciones de buen material) y me dice que The bonfire of the vanities, de Tom Wolfe. Comienza a leer y yo me tumbo (hay muchos sitios libres en el ferry) mientras noto ciertos nervios en el estómago. No sé si tendré que ir al baño otra vez. Me pregunto cómo he sido capaz de conectar tan bien, cuando la mayoría de veces me entran nervios. Quizás sean los forta-sec que me he tomado esta mañana para detener la hemorragia. O quizás algo está cambiando.

Bajamos del ferry y aparecen otra vez los encantadores hijos de puta y enemigos públicos número 1 de este blog, con sus sonrisas falsas, y a los que no puedo más que mirar con repugnancia. Nos montamos en el shuttle, yo dudo si ponerme a su lado o en diferentes filas, al final me pongo en una fila diferente. Miedo 1 - Rami 0. Nuestro nuevo conductor supera al anterior en mucho. Se me hace difícil describir a la velocidad a la que íbamos por semejante carretera de mierda, de montaña, de noche cerrada, estrechísima y con baches continuos. Simplemente diré que todo se movía demasiado.

No hablamos, así que me pongo una meditación guiada, cierro los ojos y medito durante un rato. Me dejo llevar, dejo que mi cuerpo se mueva todo lo que quiera por el vaivén, incluso me imagino que estoy en una especie de atracción al estilo Portaventura.

Pasa un rato, y queda ya poco para que nuestros caminos se separen. Le digo que tengo un blog, que escribo poco, fundamentalmente cuando viajo, que me ha resultado lo suficientemente interesante como para que aparecer en él; pero que no se preocupe, que sólo lo leen cuatro frikis del poker. Se ríe y me dice que escriba bien su nombre, que es Natasha y no Natascha.

Me bajo yo primero en mi hotel sitio de cabinas. Hay un ambiente muy agradable, lo lleva un alemán surfero que lleva 10 años viviendo en la isla. Me cuesta 35$ la noche, son sólo 5 ó 6 cabinas y a primera vista casi todos o todos son parejas, pero la gente hace la cena junta, etc. veo que hay buen ambiente y me da un poco de miedo. Ese mismo miedo que tengo que ir soltando poco a poco.

Me voy a cenar a una soda (arroz con atún y batido, pero esta vez de leche y sin hielos y además no toco la poca ensalada que viene con el arroz -ya he aprendido la lección-), vuelvo a mi cabina y me pongo a escribir.

Mañana espero poder tomar mi primera clase de surf (hora y media, 45$, alquiler de tabla incluida) y de yoga (8 clases, 60$, no es un precio extremadamente caro). Tengo cogidas 6 noches, hasta el día 6. Mi vuelo parte el día 9. Si entre mañana y pasado mañana esto me gusta lo suficiente y puedo alargar mi estancia en el sitio de cabinas (la demanda es altísima en estas fechas), puede que alargue la fecha de retorno de mi vuelo. Si no, estaré las 6 noches, disfrutaré del mar y volveré a España con un bronceado y espero que conocimientos básicos de surf y alguna lección más de la vida aprendida.


Bonus track: Wonderwall!

1 comentario:

Guani dijo...

Casi que llegué al blog por información sobre coach y me quedó por paisajes e historias, buen blog!